Lo dijo Julio Cortázar
Cada vez iré sintiendo menos, y recordando más.
Cada vez iré sintiendo menos, y recordando más.
Escrito por David Obando a las 7:32 p. m. 1 opiniones
Y de nuevo viene a mí la inseguridad, real, tangible, con su mirada fija sobre mí. Suele asomarse tras de mi hombro derecho cada vez que intento pensar en mi novia. Se asoma, pone su boca muy, muy cerquita de mi oreja y me susurra: "la perdiste, entre ustedes solo quedan las memorias". Me tira un susurro suavecito, como si quisiera ser una risa burlona que logra tapar.
Odio este sentimiento, me hace miserable. ¿Por qué me siento así? Tiene muchas fuentes: estamos desconectados emocionalmente, desconectados temporalmente, desconectados físicamente, y desconectados mentalmente. La distancia fluye en esas cuatro dimensiones y no se cómo arreglarlo.
Además siento que ella no es feliz, y para mí es muy importante la felicidad de mi novia. Ella tiene un panorama complejo en su actualidad, y yo soy parte de esa complejidad. No me hace sentir culpable de su estado emocional, pero sí me hace sentir impotente ante mi incapacidad de arreglar esta situación más rápido: acortar las distancias.
¿Qué pienso hacer?
Quiero poder llorar y reír con ella, amanecer con ella, junto a ella, y volver a ella al final del día, todos los días. Quiero que ella cuente conmigo incondicionalmente. Quiero estar para ella en días de mierda y en días de sol. Quiero, y ese es el problema, quiero pero no hago. Probablemente sea tiempo de pegarle un golpe al timón, izar las velas y buscar mi puerto. Porque "home is where the heart is", y mi corazón está con ella.
Escrito por David Obando a las 11:52 p. m. 0 opiniones
Abrí los ojos, la vista era majestuosa. Nubes rosadas y anaranjadas, con cielo amarillo de fondo. Nunca había visto un celaje tan hermoso, me impresionó. Ya no importaba que el avión se hubiera partido, al menos estaba en mi silla. Caía rápido, y el aire no me llegaba bien, pero la vista hizo que el momento fuera inolvidable, perfecto. Lástima que no podría disfrutar del resto de mi vida, pero si esta hermosa vista es lo último que me queda, la disfrutaré hasta el final.
Escrito por David Obando a las 2:55 p. m. 0 opiniones
Cuando la tristeza entra en mí, la invito a salir. Sin embargo, pone mucha resistencia; lo tengo todo, le digo, pero ella no me hace caso. Se ciñe en concentrar sus electrones en puntos muy peculiares de mi vida: mi hermana y su falta de ganas de superarse, mi hermano y su obtusa personalidad que lo vuelve lento y perezoso, mi papá volviéndose viejo y sintiendo golpes emocionales, la distancia que me separa de mi amada y me vuelve un poco más amargo cada día. Hablo con mi tristeza, intento hacerla reflexionar en lo bien que estoy de salud, en los planes que tengo a futuro, en las metas que he logrado alcanzar el último año. Aun así, ella me dice: "¿de verdad es eso suficiente para vos? ¿de verdad crees que podés ser feliz por vos mismo, sin ellos para vos ni vos para ellos?" y ante esto mi respuesta es un silencio, una mirada baja, y un leve dolor en la base del cerebro, dolor físico, que proviene de las ganas de llorar que acumulo pero no expreso.
Escrito por David Obando a las 11:56 a. m. 0 opiniones
Escrito por David Obando a las 11:18 a. m. 0 opiniones
Que triste me siento, ni siquiera quiero llamar a mi novia porque me da miedo hablarle feo de lo mal humorado que estoy.
Escrito por David Obando a las 7:59 p. m. 0 opiniones
Etiquetas: yo
Escrito por David Obando a las 2:57 p. m. 0 opiniones
Etiquetas: cerebro, literatura, personalidad, universo, vida, yo
Escrito por David Obando a las 1:57 p. m. 2 opiniones
Escrito por David Obando a las 9:52 a. m. 3 opiniones
Escrito por David Obando a las 10:10 a. m. 0 opiniones
Inmigrante, caminando en su pobreza por esta tierra a la cual llegó por méritos propios. Pobre inmigrante, con sus pies sucios y sangre en su andar, con la incertidumbre del día a día, del mes a mes. Inmigrante en soledad, quien abandona todo lo que conocía en busca de algo mejor para sí, y para quienes deja atrás.
Los extraños te miran y no saben lo que tienes en tu corazón. Inmigrante en tierras altas, inmigrante en las playas, inmigrante al norte y al sur, inmigrante de todos los colores de piel, inmigrante en Irlanda, inmigrante en Costa Rica, inmigrante en Patagonia. Te miran e ignoran lo que tienes en tu corazón.
Niño inmigrante. Niña inmigrante. Hombre y mujer. Anciano y anciana inmigrantes. Al final todos lloramos las mismas lágrimas y vivimos la misma vida. Todos por dentro somos el niño que quiso saber qué sería de su vida cuando grande. Al final todos vivimos la misma vida y en nuestros caminos siempre hay un sol que brilla tantos días como la lluvia nos moja.
Inmigrante pobre inmigrante, dicen todos. Ellos no saben que lo que te mueve es la fuerza. Tu fortaleza es universal, y es capaz de hacerte despertar en la mañana para acudir al campo y a la ciudad. Tu fuerza es tal que nada te doblega. Inmigrante, ten piedad de quienes te miran con piedad. Tus sueños pueden más que esta triste realidad.
Escrito por David Obando a las 12:19 p. m. 0 opiniones
Una vez encontré mi jardín no me quise ir nunca más. No quiero dejar que las ironías me atrapen, ese no es mi estilo de vida. Vengo de donde la distancia no existe, de donde el verbo es acción, de donde el amor lo consume todo. Vengo a quedarme. Vengo por vos.
Escrito por David Obando a las 3:11 p. m. 0 opiniones
Etiquetas: aeroespacial, amor, ella, evolución, universo, vida, yo
Estoy enamoradísimo...
Escrito por David Obando a las 3:05 p. m. 0 opiniones
Etiquetas: aeroespacial, amor, realidad, vida, yo
Entrar en razón no es fácil cuando estás ahogado en tus priopas emociones. Qué fácil es observar a los demás, desde afuera, y saber fríamente lo que hay que hacer o no hacer; a veces es difícil entenderse a uno mismo, y admito que hace pocos días entendí algo nuevo acerca de mí. Soy un mero mortal, un hombre cuya mirada constantemente busca luz, sin afán de riqueza ni sed de poseer nada fuera de los dominios de mi propia mente.
Razonando se llega a Roma. O a Tokyo. O a dar una conferencia en TED. Razonando también se descubre el universo en un átomo. Razonando me autodescubro, me asombro. Razonando encontré mi corazón, y ahí descubrí que tenía que razonar menos y sentir más. Sentir más.
Y fue sintiendo que entendí. Entendí que escribo cuando mi corazón necesita algo. Los deseos del corazón mueven mis letras, siempre latentes, constantes, vivas, sangrando emoción. Y sintiendo... sintiendo, aprendí a razonar.
Escrito por David Obando a las 5:21 p. m. 1 opiniones