Conozco personas sin freno moral. Un amigo suele hacer comentarios totalmente pasados de tono y a veces hasta fuera de contexto, como si las ideas pasaran de su boca a su cerebro y no al revés. El resto de la gente que conozco, al menos en la mayoría de los casos me da la impresión que habla después de hacer un filtro moral y probablemente otro ético, pero estos filtros se ven deteriorados logarítmicamente con respecto a la ingesta de alcohol. Por mi experiencia social puedo deducir que el llamado "Freno moral" existe, y es visible todo el tiempo, sobretodo cuando me analizo a mí mismo.
Recuerdo años de locura, cuando era más joven y menos sensato (aun menos que hoy), esas fiestas que me daba solamente por no tener un freno moral tan desarrollado. Fiestas con mis amigos y amigas, donde todos estaba fumando substancias estimulantes, oyendo Rob Zombie y por supuesto en estados de desnudez total, eran acontecimientos emocionantes pero a veces hasta esperables. Conforme pasa el tiempo uno toma otras prioridades en la vida y hasta se olvida de esa adolescencia, y hoy me veo a mí mismo vestido con pantalón khaki, camisa de botones, zapatos, frente a un monitor y con 25 años. ¿Cómo llegué aquí? ¿Fue acaso este freno moral el que me trajo a este punto? ¿Fue el no seguir a Tyler Durden cuando tuve la oportunidad? ¿De verdad quiero terminar casado, con hijos, viviendo en suburbios josefinos, trabajando para pagar deudas? ¿Dónde quedó el sexo con adolescentes, el rock, la fumadera?
Hoy un amigo me prestó un disco con música, y encontré que tenía esas inolvidables canciones de Rob Zombie. Inmediatamente me transporté a hace unos 8 años, estando yo en un cuarto obscuro con amigos y amigas, todos gozando del momento y sin pensar en consecuencias. De verdad me emocioné al recordar lo que era mi vida en aquel momento, donde el freno moral ni siquiera existía. Por un instante pensé en que repetir la hazaña sería una buena meta para enero, pero luego entró de nuevo en juego esa variable artificialmente desarrollada por la vida en sociedad, ese bicho en mi cabeza que me hace parecer un ciudadano ejemplar, con valores, con moral, con respeto por las leyes, cuando por dentro en realidad soy una superbestia.