Nadie es ferpecto. Ni siquiera vos. A pesar de todo lo que te dijo tu mamá, tenés inferpecciones. Te lo digo yo, que también las tengo. Siempre que me caes mal, es porque veo en vos los mismos defectos que yo tengo. Me disculpo si te caigo mal por lo mismo, pero así es la vida.
Nadie es ferpecto. Sin embargo vos lo sos para mí. La ferpección es un estado mental, nada más que eso, es el cristal mediante el cual mirás al mundo. A nadie quiero como a vos, y ese es mi secreto, es la razón por la que existo pero nadie lo sabe.
Representás lo que quiero ser, lo que quiero ver junto a mí toda la vida. No tengo por qué decírtelo, lo demuestro con acciones, aunque a veces sean duras. Espero que lo estés disfrutando tanto como yo lo disfruto, porque tu memoria se irá conmigo a dónde sea que vaya, inclusive después de que muera.
El amor no se cuestiona. El amor es ferpecto. Y vos, hermano, sos único.
La vida va rápido, a veces nos cuesta distinguirnos a nosotros mismos del ambiente.
Por lo general estoy cansado los jueves, es una larga historia. Pero hoy venía caminando después de la oficina pensando en miles de cosas, y recordé una lección de esas valiosas que la vida me ha dado: saber a dónde apunta el dedo.
Resulta que el ser humano es un animal simpático, nunca entiende hasta dónde el ambiente le afecta o hasta qué punto es su propia humanidad la que hace las cosas, me explico:
Escenario 1, todo nos sale mal y nos culpamos a nosotros mismos.
Cuando algo sale mal, en particular si es repetidamente, el humano tiende a culparse a sí mismo. Por ejemplo: resulta que Juancito no pudo abrir una puerta, y todo el mundo sabe que abrir una puerta es trivial, por lo tanto Juancito cree que el problema es él. Otro caso: Andreíta nunca ha podido transferir una llamada en su teléfono de la oficina, pero como ella ve que sus compañeros transfieren llamadas fácilmente cree que es una operación tan sencilla que en verdad le da vergüenza preguntar.
Pero vean, lo que sucede es que Juancito está acostumbrado a puertas que gira la manilla y o se empujan o se halan pero nunca ha abierto una que se gire la manilla y se empotre en la pared mediante un empujon de lado. O el teléfono de Andreíta que tiene tantos botones y con un mapeo conceptual tan antinatural que no sabe ni por dónde empezar a llorar. Nos echamos las culpas cuando el problema es el ambiente.
Escenario 2, todo les sale mal y los culpamos a ellos.
Cuando a alguien, sobre todo alguien que no conocemos, le sale todo mal, de forma natural culpamos a la propia persona porque evidentemente fue su ineptitud la causante de todos los males. Como aquel compañero de la oficina que echó a perder la fotocopiadora, por supuesto que fue su culpa porque cometió errores en el cambio de toner.
Lo que nadie piensa a la primera es que cambiar el toner de la fotocopiadora es una operación que perfectamente puede ser compleja por el mal diseño del aparato, inclusive comparable a cambiar el riel de la película en un proyector antiguo. Les echamos las culpas cuando el problema es el ambiente.
Escenario 3, todo nos sale bien y lo vemos natural o nos creemos afortunados.
Cuando las cosas salen como queremos o mejor de lo que creíamos, la tendencia que tenemos es agradecerle a la buena fortuna. Somos afortunados porque salimos rápido del banco, o somos afortunados porque sacamos buena nota en el examen.
Y es que en realidad por lo general cuando algo sale bien es porque tuvimos suficiente habilidad y no caímos en trampas mentales, en otras palabras, calculamos bien los riesgos y evaluamos bien las acciones antes de ejecutarlas. Le damos crédito al ambiente cuando en realidad fue nuestro.
Escenario 4, todo les sale bien y le damos el crédito al ambiente.
Cuando vemos que a terceras personas les salen bien las cosas, el instinto indica que la persona fue beneficiada por el ambiente. Por ejemplo, si el jefe felicita a la compañera, es una de miles de razones, entre esas: el jefe no se enteró de las cosas malas, o estaba en el lugar indicado en el momento indicado para robarse el crédito, o le gusta al jefe.
Pero rara vez tenemos la humildad real para aceptar que los aciertos de los demás pueden fácilmente deberse a sus propios méritos, de la misma forma que nuestos aciertos son producto de nuestro propio bien actuar. Le damos crédito al ambiente cuando en realidad fue de ellos.
¿Y todo esto qué?
Dentro de mi día a día solo hay una constante: estoy alerta de la gente a mi alrededor. Estoy alerta de como están, de quienes son, de cómo se sienten. Soy sensible a lo que les ocurre y les deseo lo mejor, sean conocidos o desconocidos. Cada acción de ellos tiene consecuencias y hay que tener el amor y la delicadeza de hacer notar cuando el dedo está apuntando a la causa incorrecta, ya sea porque se están echando las culpas de algo que no es su culpa o porque no se están dando el crédito merecido.
¿Qué espero a cambio? Nada. Solamente me queda la satisfacción de entender lo que ocurre, y de tener la claridad conceptual para distinguir blanco de negro, norte de sur, y de paso ayudarle a la gente que me rodea a comprender su propia psicología. Eso no significa que no me agrade cuando alguien me ayuda en un momento de confisión, o cuando alguien de corazón me dicta dónde está mi defecto para así poder crecer. Son esas acciones las que yo más agradezco, y gusto dar un gesto claro de agradecimiento.
Hay dos cosas que siempre hay que tener a vista: la gente y tarjetas de agradecimiento porque no hay detalle más lindo que saber que alguien te agradece tu sensibilidad.
Hoy fue uno de esos días que deseaba alguien me ayudara a encontrar dónde apunta el dedo.
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Bonus!!! John Mayer - In Repair (live @ Webster Hall, NY)
When you're a kid and you get a tennis ball to the nuts... it's one of the worst feelings in the world... but let me tell you there's no better feeling than when it stops hurting :)
Podría prometer tenerte, y apreciarte. Podría prometerte estar ahí, en salud y enfermedad. Podría decir hasta que la muerte nos separe. Pero no lo haré. Esos votos son para parejas optimistas, de las que están llenas de esperanza. No estoy aquí, el día de mi boda, optimista o lleno de esperanza. Yo no soy optimista. No estoy esperanzado. Estoy seguro. Yo soy constante. Soy un hombre de corazón. De los que arman, desarman y toman las cosas en sus manos. Soy un hombre de corazón. Y de esto, estoy seguro. Tu eres mi compañera. Mi amante. Mi mejor amiga. Mi corazón. Mi corazón late por tí. Y en este día, el día de nuestra boda, te prometo esto. Prometo poner mi corazón en la palma de tus manos. Te prometo... a mí.
A veces uno se identifica con las fuentes más inesperadas. Este texto salió de un episodio de Grey's Anatomy, y me sentí identificado. No me estoy casando aun, si bien espero hacerlo algún día. Pero bueno, el amor anda en el aire y hoy quise compartir esto con ustedes. Porque me siento bien. Estoy seguro. Yo soy constante. Soy un hombre de corazón.
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Bonus!!! Julia Nunes - Maybe I will
Texto dedicado a mi esposa. En cualquier punto del tiempo-espacio que eso sea. En cualquier cuerpo que encarne.
Si bien a veces parece que estamos tocando a la puerta del cielo, también es cierto que casi siempre la puerta está cerrada pues el miedo a abrir es mayor. A veces se nos llena el estómago de mariposas, solo para descubrir que es misión imposible el amor que tanto anhelamos. Pero qué mayor magia que darte con una puerta que se quiere abrir a vos sin importar los riesgos, y de pronto descubrir un hogar para tu corazón, un hogar donde pueda residir hasta verlo canoso y arrugadito. La pregunta es si este hogar se encuentra en tierras cercanas llenas de confort o si más bien se encontrará en tierras lejanas, llenas de aventura y paisajes desconocidos. La verdad es que nadie lo sabe. Y al final de cuentas, no importa. Lo único que importa es nunca cansarse de buscar este hogar, y una vez veas la puerta, tener la convicción y coraje para tocar, o la valentía para poder abrir. A veces se encuentran amores que valen lo que vale la vida.
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Bonus!!!
Unas escenas de William Shakespeare's Romeo + Juliet
Debo decir que mi corazón manda. Que rico ver la puerta abrirse el día de hoy.
Los matices de la vida son dos: blanco y negro. Mucha gente argumenta que hay millones de tonos de gris en medio, pero mi respuesta a estas personas es la siguiente.
La verdad siempre será la verdad, y la mentira siempre será la mentira. Cuando uno sabe hacia dónde se dirige, solo hay un camino correcto. En este contexto, los matices, los grises, no son más que la prueba tangible de que la persona no sabe hacia dónde se dirige, o qué es lo que quiere. El blanco es blanco, y todo lo que no sea blanco no tiene por qué estorbar.
En el momento que tenemos claridad conceptual para decidir entre lo que queremos y lo que no queremos, nos damos cuenta que con claridad se observa la diferencia entre lo que aprobamos y lo que no, entre lo que nos agrega valor y lo que más bien es un desperdicio. Grandes organizaciones como Toyota y Apple lo vieron, con claridad entendieron que hay un blanco y solo ese blanco importa.
Tomá las decisiones que haya que tomar, no importa cuan difíciles, dolorosas y fuertes sean. Hacé lo que más valor le agregue a tu vida, olvidate de que existen matices, la felicidad es una elección, como todo lo demás en la vida. La clave es estar en control de la propia vida.
Y qué creen: ¿Hay matices o es solo falta de claridad conceptual?
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