Siddhārtha Gautama, un hombre que vivió en el siglo 5 antes de Cristo en la antigua India, me dejó un conjunto de enseñanzas que trato de aplicar a mi vida día a día. Este hombre también fue llamado Shakyamuni (el sabio de los Shakyas, su pueblo) y aun hoy en tiempos modernos lo conocemos simplemente como Buda.
Su historia es conocida por muchos, inclusive los católicos lo conocen como San Josefat. Voy a tratar de narrar un poco de su historia, y lo que hizo a este hombre tan grande en mi corazón.
Él nació en lo que hoy en día es Nepal, hijo de Suddhodana jefe de la nación Shakya. La historia cuenta que su madre murió por efectos del parto; el vidente ermitaño Asita bajó de su montaña y anunció al mundo que este bebe sería un gran hombre de estado, o un gran hombre santo. Dado que Suddhodana quería ver a su hijo como su sucesor, inició desde ese punto una estrategia para ocultarle a Siddhārtha cualquier enseñanza religiosa.
Siddhārtha estaba destinado a una lujosa vida como príncipe. Desde niño vivió encapsulado en el palacio y no le era permitido salir -por disposición de su padre, quien no quería que él se enterara acerca del sufrimiento humano-. A la edad de 16 años, Siddhārtha es casado con una prima de su misma edad y a su debido tiempo nace su hijo. Siddhārtha seguía su vida en el palacio, proveído de todas las riquezas que pudiera desear, sin embargo, él sentía que esta riqueza no podía ser el objetivo primordial de la vida.
A la edad de 29 años, intrigado por sus propios razonamientos Siddhārtha decide salir del palacio siendo ayudado por un carruaje y alguien que lo manejara. Al salir por el camino vio un hombre anciano que con costos podía moverse y le preguntó al conductor: "¿por qué esa persona se ve así?" a lo cual el conductor respondió "es un hombre viejo; inevitablemente todos vamos a terminar así". Siguió por el camino y poco después vio a un hombre enfermo y Siddhārtha preguntó "¿qué aqueja a ese hombre?" a lo cual el conductor le respondió "es un hombre enfermo; no hay persona en este mundo que no pueda caer enfermo, es inevitable". Posteriormente Siddhārtha observó que había un cadáver en el camino y preguntó "¿qué tiene esa persona?", el conductor respondió "esa persona murió; es el destino de todo hombre terminar siendo un cadáver".
Conmovido por lo que había visto, y reforzado por los razonamientos a los que había llegado cuando estaba en el palacio, Siddhārtha decide cambiar de vida y abandona su vida en la realeza. Siguiendo su camino se encontró con un hombre ascético, el cual le habló de la perfección y la iluminación que lo alejaría de esta vida llena de dolor. Nunca más regresó al palacio.
Siddhārtha tuvo dos maestros que le enseñaron muchas escrituras, y entendió las bases de la moral. También tuvo mucho entrenamiento en obtener estados de conciencia donde todo desaparecía, pero solo era temporal. Insatisfecho, decidió ser aun más severo con su alejamiento del mundo y dejó detrás de él todos sus deseos, incluyendo el de alimentarse, llegando a consumir solamente una hoja o una nuez por día. Un día mientras se bañaba en un río, cayo casi inconsciente por la falta de alimentación y empezó a reconsiderar su camino de nuevo. Seguido, empezó a recordar un momento en su niñez en el cual él observaba a su padre hacer la primer cosecha de la temporada, y Siddhārtha cayó naturalmente en un estado de concentración y enfoque que encontraba lleno de dicha y refrescante.
Después de seguir con la meditación, se dice que Siddhārtha encontró el Camino Medio, lejos de los extremos de la autocomplacencia y la automortificación. En una pequeña villa, bajo un árbol se juró a sí mismo no dejar de meditar hasta encontrar La Verdad. Pasaron 49 días de meditación continua y a sus 35 años de edad Siddhārtha logra la iluminación. A partir de ese punto, él fue conocido como Buda, "el que ha despertado, el iluminado".
Buda entonces comienza a descubrir el universo dentro de un solo átomo en su mente. Lo primero que encuentra es que hay Cuatro Nobles Verdades:
- La vida es sufrimiento.
- El sufrimiento es causado por el deseo.
- Para eliminar el sufrimiento, hay que eliminar el deseo.
- Para eliminar el deseo, hay que seguir el Óctuple Sendero.
El
Óctuple Sendero lo podemos describir como:
- Correcta visión
- Correcta intensión
- Correcta palabra
- Correcta acción
- Correcto modo de ganarse la vida
- Correcto esfuerzo
- Correcta atención
- Correcta concentración
La palabra correcto denota
completitud, unidad y coherencia. Puede significar también perfección.
Buda luego descubre el estado de completa liberación, llamado Nirvana. Es un estado de existencia en el cual no media la mente. Está libre de lujuria, ira y deseos. Todas las pasiones y emociones son transformadas y pacificadas, y uno ya no es objeto del sufrimiento. Un estado de pura consciencia y dicha, la mayor de las felicidades. No es una felicidad como en el sentido del día a día, sino una felicidad trascendental, eterna y calmada.
Su amor y su compasión crecieron y continuó descubriendo más verdades universales. Describió lo que hace a un Buda, cómo llegar a ser uno y qué nos espera más allá de esta corta vida. Lo más importante de todo es que ese amor y esa compasión las logró transmitir a sus seguidores, y hoy en día no se oye hablar de conflictos Budistas en el mundo. Soy testigo de que una vida de amor y compasión se puede vivir y disfrutar plenamente.
Durante miles de años hemos visto como sus enseñanzas han calado en la consciencia humana, aun en esta era tan obscura, alejada de Dios. Grandes figuras como el Dalai Lama hablan de que
"el amor es mi religión", y esto no sería posible sin Siddhārtha, ese príncipe que un día decidió salir de su palacio.
Hoy en día hay maestros vivos, con tanto poder espiritual como Siddhārtha, en calidad de Budas vivientes. Ellos nos enseñan muchas cosas, si los podemos encontrar. Una forma práctica de seguir los caminos de Buda es mediante los llamados "cinco preceptos":
- Abstenerse de tomar la vida de seres sensibles.
- Abstenerse de decir lo que no es cierto.
- Abstenerse de tomar lo que no le pertenece.
- Abstenerse de una vida sexual desordenada.
- Abstenerse de consumir intoxicantes.
Con el primer precepto deriva una dieta estrictamente vegetariana, llena de compasión y amor a todas las criaturas sensibles de este mundo.
Compasión, vacío, karma e iluminación.Quisiera tocar estos conceptos un momento, porque son importantes para entender lo que significa vivir conscientes de nuestra propia realidad. La compasión es el amor por todo lo creado, pero me refiero al amor real, al que le importa el bienestar de todo lo que nos rodea. El vacío se refiere a que todos estamos vacíos de una existencia independiente: pues todos estamos interconectados, de ahí la importancia de la compasión a los demás, porque es la compasión a uno mismo. El karma es la relación causa y efecto: si le haces daño a alguien, a vos mismo te va a doler debido a que esa otra persona sos vos mismo. La iluminación es la capacidad de entender cómo el karma nos une y el vacío de individualidad nos da compasión. La iluminación también nos enseña a ver más allá de nuestros ojos al resto del universo.
Un ejemplo que me gusta mucho acerca de la iluminación, es el del hombre ciego. Este hombre camina y se golpea un dedo del pie, pero no se da cuenta porque no puede ver nada. Él se queja de su dolor, pero no lo entiende, pues él solo estaba caminando y no vio por qué se hizo daño. De la misma manera, a nosotros nos caen males como enfermedades, pobreza, angustia, y muchas veces nos preguntamos por qué Dios nos envió ese calvario, cuando vivimos una vida donde la existencia de los demás humanos deja de ser importante, y los animales son asesinados solo para satisfacer fantasías temporales. Si verdaderamente pudiéramos ver el efecto de todas nuestras acciones, nuestras vidas las viviríamos diferente, así como el ciego hubiera esquivado el golpe de haber podido ver por dónde iba.
La compasión nos enseña también a ser generosos.
"Sí regalo esto, ¿qué quedará para mí?", es la forma de pensar de un fantasma hambriento.
"Sí me quedo con esto, ¿qué quedará para regalar?" es la preocupación de los dioses.
Termino de escribir esto creyendo que no es la mejor obra que he escrito, pero he hecho mi mejor esfuerzo para que se entienda lo que ese gran hombre nos enseñó: Buda.