sábado, 31 de marzo de 2007

There but for the Grace of God go I


El fin de semana pasado se ejecutaron muchos crímenes contra las mujeres costarricenses, y al menos 7 de ellas murieron. No tengo idea de cuántos crímenes están ocurriendo en este momento, pero estoy seguro que la historia se está repitiendo.
¿Cuántas muertes más?
¿Cuántos niños se quedarán sin madre?
¿Cuántos niños perderán su esperanza?
¿Qué futuro nos espera?
Desde niño fui muy crítico: a los 6 años puse a un niño a llorar cuando le dije que el ser humano era otro tipo de animal, y para él fue inconcebible hasta que se lo confirmó su madre; a los 8 cuestioné a mi abuela en sus creencias religiosas y solo cuando me pegó en la boca le dejé de cuestionar; aun a estas edades desafío a personas de mi edad que alegan que Dios no existe o que la religión es para masas tontas. Solo siendo terco he aprendido.
Cuando estaba en la escuela, allá en el fondo de Cartago, me enseñaron que “el núcleo de la sociedad es la familia”. Eso no solo no lo cuestioné, sino que lo creí y lo guardé en mi mente como una tautología y norte. En aquel momento ni siquiera comprendí por qué me pareció tautológico, pero ahora lo se. Empezaré a explicar el porqué.
Estudios que vienen desde los años 1940 (con raíces en el siglo XIX) indicaban, con datos claramente científicos, que la psicología humana tendía a desequilibrarse sin la presencia materna a través de las etapas cruciales (niñez, adolescencia) y los hitos (guerras, pobreza inmediata, boda, etc.) pues las madres dan fuerza y protección al corazón.
En aquel entonces, se consideraba que el hombre solamente era necesario por unos segundos, justo lo necesario para eyacular. Ahora es claro que esto no tiene sentido, porque para que la mujer se dignifique en su rol materno, ella requiere estabilidad socioeconómica, estabilidad psicológica, y todo lo que el hombre puede otorgar a su compañera.
Estudios más recientes indican que el hombre no solo es necesario en su rol de proveedor a la mujer, sino que tiene una importancia IMPRESCINDIBLE en la psicología de sus hijos. Los niños que se sienten rechazados por su padre suelen desarrollar desordenes psicológicos, en especial trastorno afectivo bipolar (también llamado psicosis maniaco-depresiva). Como nota al pie de página, el trastorno bipolar es la causa número uno de la violencia (incluyendo la violencia en las escuelas).
Hmmm, qué extraño. ¿Cómo es esto de que el trastorno bipolar es la causa número uno de la violencia en las escuelas? ¿No eran los videojuegos? ¿O el rock pesado? ¿O el TLC? ¿O la pobreza, acaso?
Hmmm, qué extraño. ¿Y no es cierto que la violencia en las escuelas ha ido creciendo a nivel mundial? Vemos en la televisión que los chiquitos gringos (y canadienses, y alemanes y hasta japoneses) ahora incurren en masacres escolares cada cierto tiempo. Es un evento cada día más común. Y todos los casos han sido ejecutados por niños que han sido rechazados por sus padres. No por sus madres. No eran pobres. No todos jugaron videojuegos. No todos oyeron música de Rammstein. Pero todos sintieron rechazo de sus padres.
Hmmm, que extraño. De pronto todo empieza a tener sentido. De pronto no parece coincidencia que la violencia esté subiendo al mismo ritmo que los matrimonios se deshacen.
Tampoco parece coincidencia que la violencia suba con el mismo ritmo que la economía. Ya muchos lo han notado, pero lo han tratado de explicar mediante la envida de los bienes, declarando que a mayor riqueza, mayor envidia, y que la pobreza aunada a esta envidia es la culpable de todo. Pero yo no estoy de acuerdo con esta idea, porque he visto mucha gente pobre que no solo no es envidiosa, sino que viven mejor que nosotros, más felices y emocionalmente más estables.
¿Recuerdan lo que nos contaron en la escuela? ¿Aquello que decía que la familia es el núcleo de la sociedad? Yo creo que la violencia ha subido con la economía porque la sociedad ha cambiado su núcleo, ya no es la familia sino que es la riqueza económica.
Ahora los hombres viven por hacer dinero, y el dinero lleva a más dinero, y se sienten más hombres los que tienen más dinero.
Desafortunadamente, esto ha venido en detrimento del bienestar humano, y no solo los niños están sufriendo, sino que también las mujeres están muriendo. Vean el problema: sabemos que tanto el hombre como la mujer son necesarios para el bienestar de la familia, sabemos que los niños son nuestro futuro y sabemos que todo se nos está desarmando. También sabemos qué es lo que hay que hacer, empezando por proteger a la mujer como un tesoro desde el momento en que nace hasta que es una abuelita de 150 años, siguiendo con proteger a la niñez y su estabilidad emocional, y obviamente apoyando a la familia como Juan Pablo II lo hizo.
Los hombres debemos socarnos la faja y amar a toda nuestra familia desde el momento en que nos casamos hasta el momento en que morimos. Tenemos que dejar de ser simplemente proveedores económicos y asumir fervientemente el papel de padre y esposo, con fuerza de voluntad inquebrantable. Esto hay que hacerlo a cualquier costo, de la misma forma en que un mártir muere por su fe.
Yo le pido a Dios que antes de darme dinero me dé familia, y que le ayude a la sociedad costarricense a abrir los ojos. Creo que hemos sido una sociedad que históricamente se ha distinguido por su riqueza social más que económica, y debemos volver a eso, o nos va a ir tan mal como a los Estados Unidos, Canadá, Alemania o Japón. No lleguemos a ser tan pobres que solo nos quede el dinero.
Y como alguna vez dijera John Bradford: “There but for the Grace of God go I”.

sábado, 10 de marzo de 2007