lunes, 26 de septiembre de 2011

Ganas de llorar

Cuando la tristeza entra en mí, la invito a salir. Sin embargo, pone mucha resistencia; lo tengo todo, le digo, pero ella no me hace caso. Se ciñe en concentrar sus electrones en puntos muy peculiares de mi vida: mi hermana y su falta de ganas de superarse, mi hermano y su obtusa personalidad que lo vuelve lento y perezoso, mi papá volviéndose viejo y sintiendo golpes emocionales, la distancia que me separa de mi amada y me vuelve un poco más amargo cada día. Hablo con mi tristeza, intento hacerla reflexionar en lo bien que estoy de salud, en los planes que tengo a futuro, en las metas que he logrado alcanzar el último año. Aun así, ella me dice: "¿de verdad es eso suficiente para vos? ¿de verdad crees que podés ser feliz por vos mismo, sin ellos para vos ni vos para ellos?" y ante esto mi respuesta es un silencio, una mirada baja, y un leve dolor en la base del cerebro, dolor físico, que proviene de las ganas de llorar que acumulo pero no expreso.

No es mi mejor momento.