Detallitos que detesto en las personas

Los que me conocen saben cómo soy. A pesar de que soy muy expresivo (verbalmente) no soy emocional: me consideran neutro de estado de ánimo y calmo en el proceder. Esto tiene desventajas sobretodo en el lado de los duelos porque los hechos (buenos o malos) los proceso como datos y es solo a los años que revientan, disparados por algún evento no relacionado. Sin embargo, también tiene muchas ventajas, como la facilidad que tengo para la argumentación puesto que el hígado rara vez se entromete; en los menesteres de la confrontación Schopenhauer fue mi maestro. Mi concentración y mentalidad son totalmente disjuntos de sentimentalismos, y por lo tanto suelo ver eventos y no opinar al respecto, a menos que mi opinión sea justificada con algún efecto positivo.

Sin embargo, en esta entrada me daré licencia para detestar. Me daré licencia para que el hígado hable aunque aun con un poco de censura por parte de la razón. Trataré de no usar nombres ni apellidos, solamente contaré algunos ejemplos de esos detallitos que detesto en las personas y me rompen el hígado y el corazón.

1. Rico miserable que le roba al pobre desamparado
Este no es cuento, es de primera mano. Hay una abogada (oriunda de cierto partido que se anexó a tiquicia) que se roba la comida de ayuda de la Comisión Nacional de Emergencia. Hubo una emergencia en una localidad cercana y ella (por su importancia cantonal y su cuasi-relación con la CNE) ayudó a entregar las cajitas de comida a diferentes personas. Como tenía carro, la enviaron con varias cajas para las personas que vivían más lejos, pero antes de ir a repartirlas pasó a dejar una caja a su casa, y no era la primera vez que lo hacía. Estamos hablando de una persona cuyos ingresos son de al menos dos mil dolares al mes, y seguro estoy pensando muy bajo, puede que gane más: esto señores, esto se llama ser un miserable sin alma.

2. Aquél que separa sus cosas de las de su familia
La esposa de mi papá le pone el nombre de ella a ciertos productos en la refri para que nadie de la casa los consuma. Además, hace el intento de esconder esos productos bajo el pan, como si de verdad eso los fuera a atrincherar de forma que el enemigo no lo encuentre. Luego te metés a la alacena y hay más productos marcados; por qué detesto esto: porque mi madre me enseñó que la comida es de quien tenga hambre y para eso todos colaboramos en la casa, sea económicamente, con labores o inclusive con sentimientos. La mañita de separar sus cosas (que de paso son mejores que los productos que consumimos los demás miembros de la familia) le viene de sus padres: esto señores, esto se llama mala educación familiar.

3. Las viejas que van a misa solo a criticar
Se sienten orgullosas de que no irán al infierno porque ya fueron a misa y también se confesaron. Sin embargo sus vidas son una completa falacia, viven hablando mal de todos, engañando, malencarando y con plena certeza y confianza de la condena de las almas de todos en el vecindario. Esta religiosidad sin sentido no se limita a viejas ni a una religión en particular, sino que se extiende por todos los confines de nuestro planeta. Suele ser un subproducto de una vida de confusión moral donde la sociedad te enseña lo que se puede hacer y a la vez te lo condena: esto señores, esto se llama hipocresía consigo mismo.

4. Las personas que tienen fobia de otras personas
Aquellos que detestan a los homosexuales y/o lesbianas, a los Judíos, a los Nicaragüenses en Costa Rica, a los Mexicanos en EE.UU., a los Irlandeses en Inglaterra, etc. nos dividen por credos, colores y fronteras como si fuéramos ganado. Hace días comentaba que mi sueño utópico es que no haya fronteras ni divisiones entre hermanos (puro John Lenon), pero soy realista en que esto 1) no ocurrirá u 2) ocurrirá en no menos de 3000 años hacia el futuro. El Sutra de la Atención de Buda llama a quien busque la perfección a ver el cuerpo de los demás y reconocer en ellos a uno mismo, pues en huesos podridos y tendones quedaremos todos después de muertos. La vida es muy corta como para dedicarse a odiar: esto señores, esto se llama miopía de la realidad.

5. Los que le tienen miedo a la sexualidad
Hace unos días una compañera de trabajo habló de ir con cierto propósito a la UCR, y un compañero hizo el siguiente comentario: "ay sí, para ver chiquillas", ante lo cual mi compañera respondió volviendo la cara y diciendo "vamos a pretender que no oímos ese comentario". Yo casi me caigo de la silla ante tal despliegue de mojigatez. A mayor escala, esto conduce a la desinformación y causa estragos inimaginables tanto en la mojigata en cuestión como en las personas que le rodean; me decía una amiga que de haber sido por la educación que le dio su madre, ella tendría 10 crías y estaría encaminada en el undécimo: esto señores, esto se llama rechazo a uno mismo.

6. Los que tienen los mismos defectos que yo
Alguna vez escuché que esto se llama el efecto espejo; cada vez que te encontrás a alguien que tiene tus mismas debilidades, tus mismos defectos, tus mañas, tus cosas feas, inevitablemente pasarás a verlo con malos ojos. No sé si esto verdaderamente aplique para todos, pero para mí sí ha aplicado: esto señores, esto se llama... pues... efecto espejo.

Me disculparán que haya hecho tantas faltas de respeto en esta entrada, sin embargo era justo y necesario para el propósito de lo que deseaba expresar. La imagen usada es Broken heart by ~fabu.

¿Qué detallitos detestás en las personas?

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Bonus!
El Prof. Hans Rosling nos habla un poco acerca de las barreras entre el "primer mundo" y el "tercer mundo". A él lo admiro porque trabaja por botar fronteras.
Video largo pero usa un super software para que la gente entienda lo que es el amor.

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