Troskos y vendepatrias amigos por siempre

Estaba hablando con una amiga que me jura que no es troska, y yo le juro que no soy vendepatrias, sin embargo nuestras discusiones sobre el monotema (TLC) son incesantes y parece no llegar a nada; ni ella se inclina al sí ni yo al no. Es como que cada uno estuviera muy sentado en su galleta.

Y de pronto yo me pregunto: ¿qué rayos hago yo discutiendo del TLC? No soy ningún reconocido erudito ni pensador barbudo de la UCR como para andar hablando de cosas que son más grandes que yo. Eso sí, hasta donde mi raciocinio me lo permite he hecho un concienzudo análisis y he llegado a la conclusión de que mi voto será un sí.

Las razones del no me siguen pareciendo una combinación de miedo con realismo mágico, y las del sí no dejan de tener riesgos en sí mismas. No se puede argumentar que ninguna de las dos opciones es mejor que la otra sin caer en subjetividad, pues el futuro se construye con más que solo un acuerdo de libre comercio; y las discusiones parecen interminables, acaloradas, apasionadas y hasta violentas.

Ya lo dijo mi amigo Pablo, aquel que empieza un argumento creyendo que tiene la razón, ya dejó de tenerla. He buscado asistir a charlas del No para enriquecer mi criterio, y de paso he buscado las charlas del Sí para recordarme a mí mismo el porqué de mi propia argumentación: ambas propuestas tienen sus bemoles, y poco a poco me estoy cansando de la palabrería. Si bien mi cerebro dice sí, mi corazón cada vez se aparta más de ambos bandos.

Solo espero que estas votaciones embellezcan aun más nuestra democracia y nos permitan contarle al mundo nuestra propia historia, cualquiera que sea, troskos y vendepatrias de la mano.

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Bonus!
Como dijo mi amigo Mus, "I didn't know she was 13, your honor." Esto es romanticismo masculino ;)